“La verdad no está en un sueño, sino en muchos sueños”
Pier Paolo Pasolini
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Fotograma de También en el cielo |
Si tienes catorce años y vives en una granja danesa a finales del XIX; si
tu cuerpo está despertando al fogonazo del sexo cuando acaricias el lomo de un
caballo guiada por la mano del rubio caballerizo; si tu madre ha soñado para ti
un futuro de libertad y escuela, desviándote del estrecho marco de la huerta y
la colada que ha encerrado a todas las mujeres de la familia…
entonces te sientes como Lise al despertar la mañana de ese día en que comienza También en el cielo, el primer largometraje de la directora y guionista Tea Lindeburg que ha cosechado la Concha de Plata a la mejor dirección y a la
interpretación de su joven protagonista, Flora Ofelia Hofmann Lindahl.
Si hace mucho que dejaste atrás las ilusiones de la infancia -y aunque
hayas tenido la suerte de acceder a la formación y la libertad que anhelabas, y
que no se te negaron por nacer mujer- también sabrás que no se crece sin dolor,
sin rabia, sin decepciones.
Pero a veces tienes que crecer deprisa, con una bofetada que te cierra la boca,
en una noche de alaridos en que tu madre se desgarra, entre el pavor por la orfandad
y la culpa por desear una vida menos estrecha. Creces contra un Dios que desdeña
los sacrificios infantiles, contra un padre que no entiende para qué necesita
una mujer aprender a leer, contra una comunidad que murmura versículos bíblicos
y atiende a presagios en lugar de llamar al médico, contra un mundo que espera
que te quedes en tu sitio, anudada a la tierra y a los deberes heredados.
Esta larga noche la vivió la adolescente Marie Bregendahl (1867-1940),
que se vio obligada como primogénita a hacerse cargo de la casa y sus hermanos cuando su madre murió al dar a luz en 1879. Atravesó esa noche de sangre y la
hizo tinta en su novela En Dødsnat (A night of death), publicada en 1912.
Para ella al menos las plegarias fueron atendidas: logró salir de la granja de
Jutlandia, estudiar y llegar a Copenhague, donde tras un matrimonio breve con
el poeta Jeppe Aakjaer tomó las riendas de su vida y continuó escribiendo y
publicando.
Y tras un siglo, una joven cineasta danesa que acababa de tener a su hijo
descubrió en la biblioteca materna la historia de esta noche esclarecedora y
decidió contarla con imágenes bellísimas, cámara al hombro y a través de esos
lagos azules que nos miran -esperanzados o congelados de terror- los ojos de Flora Ofelia.
Los sueños y la sangre viajan lejos.
Lindeburg, T. (2021). Du som er i himlen (También en el cielo). Motor
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